Comentario
Capítulo CXXVII
Que trata de cómo se revelaron los indios de la provincia de los pormocaes y de cómo fue un capitán a ellos y de lo que hizo
Salido el general Francisco de Villagran a socorrer las ciudades Imperial y Valdivia, y llevado la más gente de Santiago, la provincia de los pormocaes viendo que quedaba poca gente en la ciudad, y que los que iban con Francisco de Villagran iban a Arauco, echando cuenta que aquellos indios matarían aquellos españoles y que ellos matarían los que quedaban en la ciudad, se rebelaron, haciendo el daño que en las haciendas de sus amos podían, comiéndoles los ganados y comidas que en los pueblos tenían sus amos, y a enviar sus mensajeros a los caciques de la comarca de la ciudad de Santiago. Y ansí se comenzaron a rebelar muchos caciques hasta el valle de Anconcagua, y los españoles, que los señores de indios tenían en sus pueblos, a recogerse a la ciudad.
Viendo el Cabildo de la ciudad de Santiago la tierra alterada y que no se sabía de Francisco de Villagran, y que no había caballos ni armas a causa de haberlo llevado Francisco de Villagran, y haber falta en la tierra, comenzaron a dar orden de hacer frenos y sillas de cobre, e los estribos de las sillas de palo y las corazas de las sillas de guadameciles, e domar potros. Enviaron al capitán Joan Jufré fuese a los pormocaes con nueve hombres, y castigase y asentasen los indios, que le enviarían socorro.
Salido el capitán Joan Jufré de la ciudad doce leguas, supo cómo en el pueblo de Gualemo se hacía una junta y que había tres mil indios, y camino en una noche. Hallándose cerca de ellos, confiándose en su buena ventura, animó sus nueve soldados, diciéndoles que no tuviesen temor, que él quería dar de madrugada en aquellos indios, y que él tenía confianza en Dios nuestro Señor de desbaratallos, y que mirase que retirarse era peor, y dejarlos hacer más junta vendría más daño, y que allí podían ganar honra de nobles.
Ansí caminaron secretos y sin ser sentidos de los indios ni de sus centinelas, y como dieron en ellos de repente, parecióles a los indios que el capitán y sus nueve compañeros era más gente. Comenzaron unos a defenderse y otros a huir por un espeso cañaveral de montaña, y de esta manera los desbarataron. Mataron cincuenta indios y los indios hirieron a siete españoles. Prendiéronse algunos indios y el capitán hizo justicia de ellos. E luego comenzó hacer mensajeros a los indios viniesen en paz. E luego salieron de Gualemo, que eran del capitán Joan Jufré. E vistos los demás el suceso, e desbaratados el principio de su junta, salieron de paz y los demás asentaron. Y de esta manera el capitán Joan Jufré y sus nueve soldados aplacó este alzamiento, que no poco soberbia tenían los indios.